Bauhaus Campus 2021:
Ejercicio
Tras poner su carrera como arquitecto a un lado para ir al frente durante la primera guerra mundial, Walter Gropius intuyó que el mundo necesitaba un cambio radical, un cambio en el cual el arte y la arquitectura jugarían un papel fundamental.
Sus ideas previas de lo que la arquitectura debía ser parecían ya no tener sentido. Su nueva visión de la arquitectura pasó a ser una en la cual todas las artes debían unir sus esfuerzos para reimaginar el mundo material, donde los oficios recobrarían su papel al frente del proceso productivo y donde los artistas lograrían plasmar su estilo y su esencia en objetos útiles y bellos que pudiesen ser producidos en masa según los ideales del Fordismo y el Taylorismo.
Estamos en Weimar, 1919, en la Alemania de la postguerra, donde Walter Gropius acaba de fundar la Bauhaus. Una de las mayores evoluciones que la arquitectura ha sufrido a lo largo de su historia está a punto de dar comienzo.
Durante los 14 años siguientes la Bauhaus exploró el potencial de estos ideales. Nunca libre de críticas y presiones políticas, la escuela tuvo que trasladarse de Weimar a Dessau en 1925 y más tarde a Berlín en 1930. Sus directores tampoco lo tuvieron fácil. Walter Gropius se vio obligado a ceder su puesto en 1928, mientras que su sucesor, Hannes Meyer, sufrió la misma suerte apenas dos años después, siendo reemplazado por Mies van der Rohe en 1930. Finalmente, en 1933, con Mies al mando, la Bauhaus decidió cerrar definitivamente la escuela ante la creciente presión del movimiento nazi.
En aquel momento, tras el cierre de la escuela y con la mayoría de sus profesores forzados a vivir en el exilio, uno podría pensar fácilmente que el proyecto había sido un fracaso.
Sin embargo, esos 14 años fueron suficientes para consolidar la visión de Gropius, y plantar esa semilla en una generación de arquitectos que se llevarían esos ideales consigo allí donde el destino los llevase. Mies dio forma al campus del IIT en Chicago, donde también fue profesor, Josef y Anni Alberts tuvieron fructíferas carreras docentes en Black Mountain College y Yale, mientras que Breuer y el propio Gropius encontraron su lugar en Harvard. Solo por nombrar a algunos.
Puede que entonces no fuese tan evidente, pero echando la vista atrás no nos cabe duda de que esos pocos años tuvieron un impacto importantísimo en los arquitectos del futuro, durante décadas.
Ha pasado más de un sigo desde que Gropius regresara del frente, y si bien muchos de los principios de la Bauhaus aún siguen siendo válidos, lo cierto es que vivimos en un mundo que cambia a una velocidad de vértigo. Internet ha cambiado para siempre la forma en la que nos comunicamos y compartimos información. El concepto de familia está cambiando, con tasas de nacimiento cada vez más bajas en el primer mundo. Las personas están dispuestas a cambiar de residencia, casi sin pensarlo, en busca de oportunidades profesionales. Nuevos materiales y técnicas constructivas nos han permitido conquistar los climas más extremos. Sin olvidarnos de los impredecibles cambios políticos y naturales que estamos viviendo en los últimos años, los cuales nos obligan a aceptar la idea de que, por mucho que nos esforcemos, no sabemos lo que nos puede deparar el futuro.
Creemos firmemente, que si la Bauhaus siguiese activa a día de hoy, afrontaría estos cambios con entusiasmo y optimismo, revisarían sus propias conclusiones y buscarían soluciones que se adaptasen a esta nueva realidad.
El reto
Para este ejercicio, vamos a imaginar que un grupo de arquitectos contemporáneos y visionarios, ha decidido unir sus fuerzas para reivindicar la idea que inspiró el inicio de la Bauhaus.
Al igual que Gropius en su día, este grupo cree que la sociedad está sufriendo cambios radicales, y que la arquitectura debería jugar un papel importante en esta nueva realidad. Al fin y al cabo, casi todo lo que hacemos ocurre bajo algún tipo de arquitectura. Los espacios donde descansamos, donde trabajamos, donde hacemos ejercicio, debatimos, creamos, cocinamos, dormimos, soñamos, vivimos… deben ser todos diseñados. Pero ¿cómo podemos estar seguros de que las soluciones aplicadas a estos espacios que utilizamos todos los días siguen siendo las mejores, cuando la forma en la que realizamos estas actividades ha cambiado tanto?
Quizá sea hora de parar un momento y cuestionar aquello que creemos saber, que creemos es “correcto”, y explorar nuevas soluciones que se adapten a nuestra nueva forma de vivir, de pensar, de soñar, a nuestros nuevos hábitos e ideales, y nos ayuden a perseguirlos y disfrutarlos al máximo.
El reto en el que estás a punto de embarcarte consiste en diseñar el nuevo Campus de la Bauhaus para 2021. Un espacio creativo donde poder proponer y explorar nuevas ideas que pongan en entredicho el status quo de la arquitectura.
El Bauhaus Campus 2021 no pretende ser una universidad tradicional, sino un espacio creativo y explorativo. El campus no ofrecerá carreras tradicionales o masters, no habrá exámenes, ni notas… En su lugar, estudiantes y profesionales de todo el mundo que hayan demostrado un especial interés en proponer nuevas soluciones arquitectónicas para los problemas del presente y del futuro, serán invitados a reunirse en el campus durante ciertos periodos de tiempo para compartir sus ideas y visiones.
No habrá jerarquía entre los invitados. Cualquiera podrá organizar un grupo, una clase o un taller, para compartir sus conocimientos o aprender en grupo, y cualquiera que comparta un interés por la materia podrá unirse a dichas actividades.
Una exhibición bianual será la ventana de la escuela al mundo. En ellas, los miembros del campus presentarán las ideas sobre las que han estado trabajando y sus conclusiones, con el objetivo de inspirar a esta y a futuras generaciones. Cualquiera podrá asistir a estas exhibiciones, ya sea de forma presencial u online, y llevarse estas ideas consigo, al igual que los profesores de la Bauhaus se llevaron aquellas ideas con ellos allí donde el exilio los llevó.
El impacto del Campus de la Bauhaus para 2021 puede no parecer aparente en un principio, igual que la influencia de la Bauhaus no se pudo apreciar hasta muchos años después de que la escuela fuese clausurada. Sin embargo, uno debe creer que, forzando los límites y poniendo las normas bajo cuestión, estamos ayudando a que la arquitectura siga creciendo y evolucionando, y por qué no, haciendo del mundo un lugar mejor.